The purge (La purga), es una película sobre un futuro en el que cada año, durante un día, queda anulada la persecución de todo crimen. Carta blanca al salvajismo y la violencia. Aunque por estos lares haya más de un día al año que cumple con estas características, hoy lo digo, claro, por los petardos, fuegos artificiales y demás pirotécnicos engendros. Noooochee de paaaaz… ¡BOUM! …nooooche de amoooor… ¡¡KABOUM PAUM PRRRAPAPAKABUM!! Con cada detonación el cabreo aumenta y pienso: “¿no sería este un buen momento para fichar a sicópatas?”, “que alguien registre sus casas, por Dios, seguro que hay cadáveres en la nevera”, “¿a qué está esperando el FBI para estudiar este tema?”. Al final llego a la conclusión de que tal vez esta sea la clase de sicópata que encaja a la perfección en nuestro mundo. Pensaré en ello.
Por el tono del anterior párrafo —ya está aquí el alma de la fiesta—, notaréis que el gato negro despide el año invitándole a salir con viento fresco. No han sido sus mejores 365 días, aunque no todo haya sido malo. Al fin y al cabo ha sido un ciclo en el que mi “pasatiempo” o “hobby” —así definen la creación literaria algunos funcionarios del servicio público vasco de empleo—, empieza a mostrarme ciertas opciones laborales, tímidas pero interesantes. De ahí que haya bajado mi productividad en lo que a relatos se refiere (no os preocupéis, seguiré compartiendo nuevo material por estos lares).
Así es, el año ha tenido cosas buenas en lo personal. Algunas de las cuales quedan resumidas a la perfección en este fragmento del relato que presenté hace tres años al certamen Bizkaidatz y en el que el protagonista, un alumno de taller literario, de forma así de impertinente, criticaba la posición de su profesor, un escritor “de verdad”. A continuación, en el colmo de la vanidad, voy a citar mi propio texto. Mal asunto (más…)