
Estaba debatiéndome entre escribir unas líneas para mantener la tradición anual o pasar del tema, ¿para qué, si nunca me paso por aquí y no tengo mucho que contar?
Pero, claro, el debate se ha dado delante de la página en blanco y aquí estoy, rellenando el hueco casi por inercia, tecleando por reflejo nostálgico.
¿Cómo va la vida por estos lares? ¿Hay pandemia también en el ciberespacio?
Y, más importante, ¿suenan los petardos en orejas eléctricas? Espero que no. Malditos petardos. Malditos idiotas. El gato negro está soñando para vosotros una muerte lenta y dolorosa.
Hecha la introducción, vamos al grano. Este año La caricia del gato negro no ha ampliado fronteras, así que os ahorraré ese ya clásico mapamundi anual. La partida de Risk se ha congelado. Alguno de los participantes ha fenecido. O se ha ido a mear.
Groenlandia (Kalaallit Nunaat) es la nueva utopía. Soñamos con ella durante años y al final la supimos inalcanzable. Ahí queda como símbolo de lo intangible, como Olentzero o los Reyes Magos, que parecía que sí, pero no. Como cuando la idea de la mortalidad nos alcanza y ya no nos suelta despojándonos de esa sensación de invulnerabilidad adolescente. Como cuando soñamos con ser escritores de éxito y mira tú por donde…
Ya lo veis, 2021 ha hecho un buen trabajo. Ha sido un año que… Bah, no merece la pena. Le daremos cierre con gusto.
Este año no hemos conquistado ningún nuevo país, creo. Apenas hemos escrito lo justo para no perder agilidad. Pero al gato negro todo eso le da igual. Quiere que siga aquí. Y aquí seguiré, para bien o para mal.
Así que me conformaré con informaros —aunque esto solo interesará a las buenas gentes de Bizkaia en edad escolar— que este año he dado inicio al relato del certamen literario Bizkaidatz Txikia, que organiza Bizkaiko Foru Aldundia / Diputación Foral de Bizkaia y en el que podrán participar, hasta marzo, niños y niñas del territorio. La idea es que, a partir de ese inicio que les propongo, continúen el relato y lo concluyan. La historia va de un parque de atracciones abandonado que en realidad no estaba tan abandonado como parecía. La ilustración que abre el cuento es de Ruth Juan. Si conocéis a alguien que quiera animarse, aquí os dejo las bases y el inicio del relato.
Y esto es todo lo que vengo a deciros. Además de desearos un 2022 que, por muy mal que pinte siendo tan par y tan lleno de patitos, sea de los buenos. A no ser que hagas uso de petardos y demás pirotecnias. En ese caso morirás tal como el gato negro haya soñado.
Quizás el año que viene haya más relatos y menos ruido.
Un abrazo querid@s.