Parece el título de un relato de ciencia ficción, al menos a mí me lo parece, por lo inverosímil de que este trocito de existencia transcurra tan veloz. Tanto que, a menudo, resulta difícil detenerse para disfrutar, saborear, aprender, sacar conclusiones, crecer, amar…
Ha sido un año como otro cualquiera, lleno de vivencias, buenas y menos buenas. Pero esta vez, he dedicado tiempo a valorar, a contemplar, a conocer y conocerme, a trabajar duro y de forma no remunerada para mí mismo (y como consecuencia, para todos los demás). Y solo por eso, el poso que deja el 2016 es profundo y reconfortante.
Que este año que entra sigamos andando el camino de ser nosotros mismos. Por difícil que a veces parezca, es la mejor manera de que las piezas encajen en este puzle de dimensiones existenciales.
Os dejo el último relato del año, (más…)