Reseña: Un mundo feliz

 

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Título: Un mundo feliz

Autor: Aldous Huxley

Género: Ciencia ficción

Páginas: 255

Editorial: Colección Contemporánea. Editorial Debolsillo

 

 

La ciencia ficción es, sin duda, uno de los géneros al que más ojeras le debo. 1984 de Orwell fue uno de esos libros que me marcó siendo muy joven. Desde aquel momento no he podido evitar comparar cualquier ficción distópica con ese referente. Tal vez sea por ello que durante años me he negado a hacer caso a una de mis notas mentales: Leer Un mundo feliz. Por fin puedo deshacerme de ese recordatorio y contaros mis impresiones.

Es la obra de ficción más popular del escritor británico Aldous Huxley, autor de varias novelas, ensayos y libros de cuentos y poemas. Nacido en una familia que contaba con prestigiosos biólogos y poetas, Huxley combinó ambos mundos para materializar una de las novelas de ciencia ficción más populares del siglo XX.

En un futuro en el que las técnicas conductistas han alcanzado un alto grado de perfección rigiendo el destino global, nos encontramos con una población nacida in vitro y criada por instituciones gubernamentales que suplen a las antiguas familias. La población es condicionada mediante técnicas químicas e hipnopédicas que anulan la capacidad de pensamiento crítico y analítico así como las respuestas emocionales. Eliminadas éstas, no queda espacio para el miedo, el sufrimiento ni la angustia existencial. Incluso en caso de error, es decir, de que alguien desarrolle cierto nivel de sensibilidad, existe la solución, el Soma: una droga despersonalizadora, sin efectos secundarios que se reparte libremente. El cristianismo sin lágrimas, esto es el Soma, asegura uno de los personajes. Gracias a todo esto, se obtienen unos individuos altamente eficientes en sus tareas y que encajan perfectamente en la producción y consumismo voraces en los que se ha sumido la humanidad.

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En dicho contexto, la trama comienza a desarrollarse con una gran destreza narrativa.

La detallada pero ágil descripción del proceso de condicionamiento desemboca en la historia de unos personajes, cargados de matices, que por una u otra razón no encajan en ese sistema. Comienzan a hacerse preguntas y procuran  buscar las respuestas más allá del Soma. De entre todos los personajes, el más rico en matices es John el salvaje, un ser único por sus circunstancias vitales, cuyo origen lo hace diferente al resto de seres humanos. John consigue poner palabras a sus emociones gracias a la obra (naturalmente prohibida) de William Shakespeare. Con él se da inicio, hacia la mitad del libro, a una trama central que engancha inmediatamente y que arrastra al lector, en una lectura ávida y fugaz, hacia a un catártico e inevitable desenlace.

¿Tiene sentido pretender regirnos por un sistema perfecto cuando éste está conformado por imperfectos seres humanos? Huxley propone en la novela una hipotética solución para este problema: convertir a la población en maquinas perfectas extirpando sus emociones y potenciando su devoción por el sistema. Se logra un mundo sin miedo, sin vejez, sin dolor físico ni sufrimiento. Pero el autor también pone en la balanza las consecuencias que esto tiene: un mundo sin amor ni otras emociones, sin lazos familiares, sin creatividad ni arte.

La novela se diferencia claramente del 1984, de Orwell, en cuya hipótesis el sistema controla a la sociedad a base de una represión constante. El Gran Hermano infunde el miedo en la población que, atenazada, cumple con lo que se espera de ella. Sin embargo, en Un mundo feliz no es necesario este control, ya que las personas han sido fabricadas y condicionadas para que, de un modo innato, cumplan con el rol para el que han sido creados. En la realidad, no tan alejada de ambas ficciones, podemos observar la represión que ejercen los gobiernos sobre la población ante cualquier iniciativa de cambio del status quo. Pero también existen la frivolización, el consumismo y el Soma, en forma de fútbol, televisión basura, política cargada de demagogia, manipulación de los medios y la posibilidad del triunfo personal en forma de acumulación de bienes materiales.

No puedo evitar hacer una referencia a la película Matrix que tanto le debe a la novela que nos ocupa. En una realidad como la nuestra, los que eligen la pastilla roja, sin duda disfrutarán de la lectura de este libro, y seguirán sin encajar del todo en este mundo. Sufrirán ante las injusticias y seguirán imaginando un mundo mejor.

Andoni Abenójar

51 comentarios

  1. En realidad hay infinidad de distopías llevadas al cine basadas, no sólo en el mundo que nos dibuja Huxley en Un Mundo Feliz, sino también en Farenheit 451, de Ray Bradbury, y cómo no en 1984 de Orwell. Yo diría que son los pilares de las distopías, pues estas tres historias revelan las posibilidades posibles de lo inhumanamente indeseable, pero que no sólo se han asomado a nuestra realidad, sino que ya tienen los dos pies dentro.

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  2. Las distopías y las novelas de Julio Verne: ambas se adelantan a un tiempo que acaba alcanzándonos.
    Orwell se inspiró en «Nosotros», de Yevgueni Zamiatin, para escribir «1984»; dicen que Huxley también lo hizo para escribir «Un mundo feliz», aunque él siempre lo negó.
    Muy buena reseña. Un saludo.

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    1. Es cierto que ambas novelas te dejan un estado de ánimo complicado. Pero yo recuerdo que cuando leí 1984 (hace muchos años), la sensación fue ambivalente: por un lado me invadió cierto pesimismo y desasosiego y por otro me produjo mucho placer descubrir esa visión de las cosas y poder reflexionar sobre ello.
      Gracias por tu visita y comentario. Yo también te mando un abrazo grande. 🙂

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    1. ¡Gracias Poli!
      Es una novela muy inquietante y, a pesar de tener ya muchos años, sigue dando que pensar. Manipulados somos desde el mismo momento en que vivimos en sociedad. La cultura, familia, etc. nos condicionan, eso es inevitable. Solo potenciando el espíritu crítico e inconformista se puede minimizar la parte perniciosa de esta herencia.
      Gracias por pasarte y dejar tu comentario.
      Un abrazo.

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  3. En verdad muy buena reseña. Siempre me ha fascinado la literatura de anticipación. Lo que considero, yo y muchos, las tres grandes «Nosotros» como ya he visto que han comentado, «1984» y «Un mundo feliz» son un claro ejemplo de lectura obligatoria en institutos… como no, con los tiempos que corren… (Vale «Nosotros» la podemos dejar pasar)

    En fin, creo seguiré con interes tus aportes.

    Saludos

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  4. Como otros comentaristas, yo también lo leí hace bastantes años y me fascinó. Lo curioso es que pasado el tiempo lo volví a leer y mi fascinación por el libro no solo no decayó sino que entendí mejor si cabe el sentido del texto, perfectamente aplicable a la sociedad actual en la que nos guste o no, prevalece la manipulación en sus múltiples variantes. Ante ello solo tiene cabida el pensamiento crítico. Excelente reseña. Un abrazo.

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  5. Libros como Un mundo feliz, La rebelión en la granja -aunque parezca un librito para adolescentes-, 1984, Crónicas Marcianas, y otras muy distintas como Hair, o El principito y tantos otras imperecederas que adelantan el futuro son piezas fundamentales para entender el presente. No hay libro malo. Leer siempre nos enseña.

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    1. Totalmente de acuerdo, al menos en este tipo de libros. Para muy fueron importantes, entre otras cosas para abrir mi mente a hipótesis impopulares y aprender a poner todo en duda y desarrollar un espíritu crítico.
      Gracias por tu visita y por tu comentario.
      Un abrazo.

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  6. En su momento, de eso hace bastantes años, el llamado género de ciencia ficción me atrajo junto al de terror. Aunque no comparto ambas definiciones, las menciono para saber de qué estamos hablando. Aldous Huxley, Isaac Asimov, H.P. Lovecraft, J. G. Ballard, Edgard Allan Poe, H.G. Wells, Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, George Orwell,Henry James,William Hope Hodgson, etc. formaron parte de mis lecturas en un interesante círculo de personas con los mismos gustos. Todavía conservo algunos ejemplares, en ediciones bastante malas y muy tocados. En fin, un placer. Salud.

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  7. Me encanta que hayas escrito sobre esta obra. Me gusta mucho evidenciar que no es distopía, pensar en que el sofisma de la «felicidad» se basa en el individualismo y en la aceptación per se a dominar o a ser dominado. El soma está siempre dispuesto al libre consumo, para no entrar en contradicción con la imposición del hegemónico; como lo es en nuestro tiempo la competencia, la tecnología, la falta de solidaridad. Andoni, los abrazos de siempre.

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